Son los preventivos, valiosos elementos para encarar al crimen organizado y para solucionar delitos que, al caer en manos de ministeriales, pueden o no ver cierta luz, dependiendo del dinero que haya atrás… este es un delicado tema de reforma en manos del Poder Legislativo.

El secretario de Seguridad Pública de Tlaxcala, Valentín Romano López, desató una política de acoso entre elementos de policía bajo el argumento, de corrupción, faltas administrativas o ausencia de perfíl.

Quince ya causaron baja. Sencillamente no pudieron ceñirse a la nueva superioridad. Y eso es motivo de análisis.

Desde inicios de la administración, cundió información relativa al incremento a las cuotas, por ejemplo de agentes de crucero, motociclistas o patrulleros. Todo aquél con ánimos de recorrer calles y caminos de Tlaxcala o, de custodiar un trecho, sabe de una obligación pecuniaria con sus superiores.

Les han advertido sobre el perfil de discreción con el cual debe cumplir. Alguno que cometa la falta de ser indiscreto y andar diciendo por ahí que debe entregar 50 o cien pesos según la esquina o la unidad, y que debe pagar su excedente de gasolina, y que debe pagar desperfectos de las unidades… aun peor, que cubrirá gastos al protagonizar una persecución.

Aquél sin el perfil, insistimos, para aguantar vara, primero protegiendo al superior y, luego actuando como mago (es decir, sacando lana hasta entre las piedras), será un elemento indigno de pertenecer al gallardo, disciplinado e incondicional grupo de Valentín y sus guajiros. (le viene de la influencia con el negro Fidel…)

Los niveles

En Tlaxcala hay dos clases de gendarmes. Los egresados de la academia, y aquellos con años de servicio y por lo tanto con méritos para pasar la preparación por alto.

Como cadetes, a los futuros policías los adentran en un complejo mundo teórico sobre armas, conducta, delitos… y alcanzan buenos niveles.

Se nota en los muchachos el espíritu de servicio. Aunque cotidianamente los utilicen como escoltas. Aunque con frecuencia desempeñen labores propias del elemento vigente, exponiendo la vida, con la particularidad que lo hacen sin el equipo apropiado.

La ventaja (para los altos mandos) es que no les pagan. En cambio, sí anotan ese esfuerzo en las estadísticas, en los informes, vamos los presumen como parte del control férreo en la corporación.

Y ahí los tiene usted, unos admirables conscriptos con grandes expectativas de honor, justicia y lealtad, pero comiendo aire y, prometiendo a esposas, madres u otro tipo de familiares quienes costean esta parte de su formación, que algún día llegarán a ser jefes y entonces su situación cambiará.

Acaba el sueño

Llega el día de la graduación. Al respeto y a la lealtad, tienen que sumar un par de ¿valores?… astucia y sed de lana.

La primera, para hacer como que cumplen con el perfil requerido por el jefazo (quien trae una colota…) y la segunda, pues para tenerlo contento, verdad… porque usted sabe, esto es un negocio… y el salario no alcanza ni para la gasolina y si tienes ilusiones, pues aprovecha que te pusieron donde hay, pues de lo contrario dejarás de cumplir con el perfíl.

Quince elementos no pudieron con esta presión.

Pasaron a formar parte de las filas del desempleo. Con la peculiaridad de que no saben hacer otra cosa (al menos su estado de ánimo así se los dicta) que recibir y dar órdenes.

Y como son frescos los recuerdos de los niveles supremos de mordida y extorsión, pues se convierten en un dolor de cabeza para sus familiares.

Les pasa como a los sacerdotes que han pecado, y por andar de cachondos los echan de sus congregaciones… no saben hacer otra cosa que enterarse de los pecados de los demás y… perdonarlos… Ajá y luego, de qué van a alimentarse sus mujeres e hijos.

Los códigos internos

Entre más tiempo en las filas de la policía, mayor dominio del terreno… conocimiento de cada compañero, sus familias, su conducta y, por lo tanto su potencial involucramiento en algún delito, pues no está usted para saberlo, pero son los policías preventivos los elementos con más capacidad para realizar investigaciones con resultados inmediatos.

No como los sosos ministeriales, de lente obscuro y bota picuda, grillos como ellos solos pero dependientes de lo que les ordene el ministerio público.

No, los preventivos tienen un contacto inmediato con esos las capas sociales involucradas en cada acto del estado entero.

Por eso sus superiores los fuerzan a medrar.

Sencillamente lo pueden hacer.

Sin hacer menos a los formidables ministeriales (ajá), son los preventivos una pieza áurea en temas como secuestro, robo, homicidio, robo de vehículo.

Pero nuestra legislación se ha encargado de hacer lentos los procesos de investigación. Ha sacado de la jugada a los preventivos, siendo que en sus manos estaría la solución a muchos problemas cotidianos.

Por eso, cuando un funcionario con los antecedentes de Valentín Romano, asegura haber echado a 15 elementos por no dar el perfil, yo creo que en realidad fue incapaz de moldearlos a imagen y semejanza suya. Entonces prefirió deshacerse de ellos.

Y mantener viva la flama de la represión para impedir a otros el derecho a pensar. Ni siquiera imagine usted a un policía expresando su punto de vista… no, eso va contra el dogma gracias al cual el jefazo tiene influencia y control sobre los subordinados.

Es un tema para que las y los señores diputados se metan de lleno al análisis.

Y para que el amo se entere de las acciones que podría facilitar con el propósito de elevar la seguridad en el estado. Pero no con el discurso al estilo Peña Nieto, no, sino con resultados reconocidos por las familias que habitan en zonas conflictivas, asoladas por pandillas, incapaces de pasar tranquilas una noche por la zozobra de pleitos, agresiones y otros daños.

Se policía debería ser un verdadero honor.

Vistos con la óptica de estos funcionarios y jefazos sedientos de lana, devienen en un estrato cuasi despreciable.

Nuestra solidaridad con cada uno de los elementos de seguridad pública, pese a sus altos mandos.