Circunstancialmente, Cuéllar, Pluma, Romero y Pérez, coinciden con opositores panistas en su antimarianismo y, llegan a 14 votos; de esta forma, los tricolores aspiran a 17 votos y pierden la mayoría calificada; es el inicio de la confrontación del Legislativo con el Ejecutivo.

Digo, era de esperarse esa confrontación entre panistas y marianistas que, llevó a los primeros a ausentarse de la protesta de González Zarur, en aquella ceremonia del discurso golpeador y los piquetes de ojos entre diputados.

Mas no imaginábamos el fondo del desencuentro. Se torna corrosivo en la relación entre poderes legislativo y ejecutivo, y muestra lo que seguramente es la convocatoria del proyecto que no descansa en paz, sino al contrario, arrancó al PRI los 22 votos de mayoría simple, lo lleva a niveles de frustración de mediano y largo plazos.

O sea, el orticismo comenzó a dar la batalla.

Digamos que del grupo albiazul, pese a los orígenes, adrianista u orticista, todos coinciden en buscar los mecanismos para dificultar el desempeño del ejecutivo.

Me llaman la atención los cuatro priístas, encabezados por Lorena Cuéllar Cisneros, que se han sumado a dicho team de rebeldes, mostrando un antimarianismo que, si bien al interior del tricolor define el pleitazo que se inicia, al estado de Tlaxcala lo lleva a atestiguar un círculo vicioso: el ejecutivo propone, su parte de legislativo apoya, pero la otra parte obstaculiza. Y nos aguardan tiempos difíciles.

No imaginaba a la diputada Cuéllar con semejantes nexos con el orticismo. Al menos, su beligerancia contra Mariano, así lo dibuja.

¿Cómo explicarlo?

¿Cómo aceptar que una connotada tricolor prolonga el pacto con aquél con quien cogobernó?

Esto podría explicar los frecuentes desayunos entre los que daban la cara de adversarios, pero en el fondo bien que tenían su plan de beneficios muy personales.

Ah cómo le ha molestado esta traición a los priístas.

Pues Lorena no va sola. La acompañan los diputados ¿priístas? Ramiro Pluma Flores, Francisco Javier Romero Ahuactzi y Carlos Augusto Pérez Hernández.

Frente a esta fractura ocasionada por la elección del laberintoso Héctor Martínez García, a quien por añadidura correspondió la presidencia de la Comisión de Coordinación y Concertación Política, más claro ni el agua:

1.- Cuéllar, Pluma, Romero y Pérez, se convierten por su acción en verdaderos mercenarios, pues su voto a partir de su grupúsculo seguramente lo tasarán demasiado alto como para respaldar las iniciativas de Mariano González Zarur, como lo manda la ortodoxia de la maquinaria tricolor.

2.- Me resisto a creer que se trate de una reacción con carácter democrático; creo que se trata de una actitud sectaria dentro del mismo partido, donde está muy clara la falta de liderazgo de Martínez García, agravado por el sarcasmo y la sonrisa como de hiena con la cual rompe acuerdos de una manera temerariamente frívola.

3.- Al coincidir circunstancialmente en su antimarianismo, panistas y priístas rebeldes, suman catorce votos, contra los diecisiete que puede alcanzar la deteriorada mayoría tricolor, lo que en el mediano plazo se convertirá en el amorcillamiento de iniciativas y decretos. 14 contra 17 significa un estancamiento atroz para el estado… ya imagino las negociaciones cuando se hable de presupuesto, de cuentas públicas o de reformas… cero diálogo si no media en forma periódica una pequeña fortuna.

Cuando hemos hablado del acotamiento en que se halla la administración González Zarur, nos referíamos a este tipo de divisiones que nadie podrá ocultar en el Legislativo. Pero también al potencial derrame de inconformidades en los sectores magisterial y campesino, como problema inicial.

De persistir el centralismo en el régimen vigente, veremos cómo los problemas superan a la voluntad del mandatario, por muy firmes que estas sean.

Abundan en detrimento de la administración, los infiltrados y los dispuestos a dar una cruenta batalla pues, nada tienen que perder y sí mucho que dañar.

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