Algo está pasando en Tlaxcala que cada vez es más común ver delitos de alto impacto o excesos de autoridades que evidencian la falta de poder o mando.

 

 

Tlaxcala no ha dejado de ser noticia a nivel nacional, pero para mala suerte del gobierno estatal, éstas tienen que ver con hechos delictivos o escándalos protagonizados por jefes policiacos alcoholizados o de un notario que es capaz de llegar a los golpes y a las amenazas para hacer sentir su autoridad.

 

La semana pasada los medios dieron amplia difusión a la operación que un comando armado llevó a cabo para detener a una persona en la capital, misma que después fue abandonada en el municipio de El Carmen Tequexquitla, hecho que fue minimizado por el secretario de Gobierno, Sergio González Hernández, quien fiel a su estilo torpemente negó que no existía en la entidad el crimen organizado.

 

Unos días después y una vez pasado el Primer Informe de Gobierno de la mandataria Lorena Cuéllar Cisneros, se supo que una familia de Tlaxco había sido secuestrada y rescatada por personal de la Procuraduría General de Justicia en el Estado (PGJE), hecho que se trató de utilizar para destacar la eficiencia y capacidad de las autoridades tlaxcaltecas, sin embargo no tuvo los resultados esperados porque el video que se elaboró para presumir esa acción generó críticas y señalamientos negativos.

 

Las autoridades confirmaron que tras un eficaz operativo lograron rescatar a las víctimas y que también detuvieron a cuatro militares en activo que eran los responsables del secuestro. Es decir, nuevamente se confirma que se cometió un delito de alto impacto en Tlaxcala por un comando organizado y que los criminales eran miembros del Ejército Mexicano, evidenciando que los habitantes de la entidad no estamos tan seguros como se dice.

 

Lo curioso es que los militares que perpetraron el secuestro sí fueron detenidos, pero el grupo criminal que llevó a cabo el levantón hace unos días sigue libre y sin que nadie sepa que pasó, porque al parecer la víctima no presentó la denuncia correspondiente.

 

Aunque seguramente el secuestro de estos días registrado en Tlaxco sí formará parte de las estadísticas oficiales, lo cierto es que en Apizaco y en otros municipios de la entidad se han cometido otros que los familiares de las víctimas han resuelto al pagar los rescates y evitando la intervención de la PGJE, lo que estaría confirmando que ese tipo de delito va en aumento en Tlaxcala.

 

Y por si lo anterior no fuera suficientemente negativo, ayer se hizo viral un video donde cinco elementos de la Dirección de Seguridad Pública y Movilidad de Tlaxcala, entre ellos el titular de la corporación, el ex soldadito Juan Carlos Miranda Hernández, fueron captados y acusados de protagonizar un accidente vehicular en presunto estado de ebriedad.

 

Las críticas hacia ese hecho desbordaron las redes sociales al grado que el alcalde capitalino, Jorge Corichi Fragoso, no tuvo otra más que ordenar la suspensión de esos elementos y una exhaustiva investigación para deslindar responsabilidades.

 

La seguridad sigue siendo el principal problema de Corichi Fragoso, quien ayer mismo nombró al cuarto responsable Dirección de Seguridad Pública y Movilidad de Tlaxcala, Eduardo Manzano Ramírez, otro ex militar que hasta donde se tiene conocimiento no está certificado por la Comisión Ejecutiva del Sistema Estatal de Seguridad Pública, tal y como estaba Juan Carlos Miranda que no podrá negar, por las pruebas que existen, que estaba pasado de cubas el día que tuvo el percance vial que provocó el escándalo mediático y que le costó la chamba.

 

Para seguir con los alborotos, ayer también se supo del lamentable comportamiento que tuvo el notario público número 4 con cabecera en Zacatelco, Miguel Tizatl Santos, quien supuestamente golpeó y amenazó a varios vecinos de la comunidad de San Lucas Cuahutelulpan del municipio de Tlaxcala.

 

Se sabe que el notario fue detenido y que estaba en las instalaciones de la PGJE. Las causas que provocaron el enojo y el extraño comportamiento del fedatario no están claras, pero obviamente el hecho resulta bochornoso y si se comprueba que incurrió en delitos podría perder la patente al no gozar de una buena reputación.

 

En Tlaxcala algo pasa porque las cosas se están descomponiendo y eso sencillamente no se puede ocultar.

 

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