Algo pasó al interior del gabinete lorenista que de repente se perdió la unidad para dar paso a una tonta rivalidad acompañada de grillas y berrinches que evidencian, una vez más, que algunos funcionarios que colaboran en la actual administración tienen un bajísimo perfil y que no conocen en lo más mínimo a su jefa Lorena Cuéllar Cisneros, una mujer y política disciplina, discreta, honesta, leal, trabajadora y de dar resultados.

 

 

Pocos han entendido que ella es la dueña del ajedrez político de Tlaxcala y que hasta ahora es la única que mueve las piezas. Aunque pareciera que alguien puede ser alfil, torre o caballo, lo cierto es que en la partida de la gobernadora todos son vistos como peones, es decir, lo que espera es trabajo, sacrificio, lealtad, orden, respeto y disciplina, para llegado el momento dar un papel más protagónico a quienes se lo hayan ganado y no porque algunos piensen que lo merecen por simplemente tener derecho o porque fueron recomendados o porque la suerte los puso en una cierta posición de poder.

 

La gobernadora puede estar concentrada en la revisión de su informe, pero nunca pierde de vista nada de lo que pasa en la entidad. Seguramente no le gustó nada que se ventilaran las diferencias que existen al interior de su gabinete y menos cuando está próxima a rendir su primer informe de gobierno, por lo que llegado el tiempo aplicará los correctivos y meterá al orden a los que intentan desacreditar sus instrucciones y de paso golpear a su cada vez más débil secretario de Gobierno, Sergio González Hernández.

 

Lo anterior viene a colación por la supuesta guerra mediática alentada por el poblano secretario de Desarrollo Económico, Javier Marroquín Calderón, quien no soportó que Sergio González hubiera recibido la encomienda de participar como orador en la firma de un convenio en materia de digitalización de trámites y de colaboración entre la actual administración tlaxcalteca y el Gobierno de la Ciudad de México en donde estuvieron presentes Lorena Cuéllar y Claudia Sheinbaum Pardo.

 

Inicialmente Javier Marroquín estaba considerado como orador porque su dependencia se encarga de los temas relacionados con la simplificación administrativa, mejora regulatoria y reducción de trámites, sin embargo su participación se canceló y se incluyó la del secretario de Gobierno que no aprovechó el momento porque no se centró en la esencia e importancia del convenio que estaba por firmarse sino que optó por hablar de la movilidad de los tlaxcaltecas hacia la Ciudad de México y lo bueno que resulta la mano de obra de los trabajadores del estado, principalmente los que se dedican a la albañilería, lo que le valió varias críticas.

 

El enojo del berrinchudo y bisoño secretario de Desarrollo Económico fue tal que no sólo operó para que él y varios funcionarios no asistieran al evento celebrado el pasado sábado por la mañana, sino que envió a sus espías para tomar nota de quienes estuvieron presentes para no considerarlos en otros eventos a cargo de su dependencia.

 

Los que se sentaron en primera fila fueron interceptados por una persona afín a Marroquín Calderón que preguntaba su nombre y de qué dependencia venía, situación que molestó a los invitados porque hubo a quienes le preguntaron hasta en cuatro ocasiones.

 

El golpeteo mediático para desacreditar a Sergio González ha sido permanente no sólo en medios locales sino del vecino estado de Puebla. El origen de esa campaña conduce a la misma persona que se sintió desplazada y maltratada por no participar en el evento donde quería lucirse ante los ojos de Claudia Sheinbaum, actual jefa de Gobierno de la Ciudad de México y una de las aspirantes más fuertes a la candidatura presidencial de Morena.

 

Es el mismo que en esta semana también decidió romper lanzas con el presidente municipal de Tlaxcala, el morenista Jorge Corichi Fragoso, a quien acusó de realizar cobros inconstitucionales y exagerados a los empresarios de la capital, al grado que el funcionario lorenista le pidió al edil “responsabilidad, valorización y ética profesional” para fomentar la actividad económica local.

 

Javier Marroquín se lanzó contra el alcalde capitalino porque quizá no han conseguido que ciertos empresarios obtengan descuentos importantes en sus licencias de funcionamiento y que se niegan a pagar esa tarifa pese a utilizar edificios públicos para operar un restaurante que está bajo el control de una voraz funcionaria estatal que sigue siendo proveedora del gobierno del estado.

 

Gracias a ese torpe funcionario se confirmó lo que era un secreto a voces y que es la división que impera en el gabinete lorenista y la gran debilidad que adolece el ruco secretario de Gobierno, el ex panista Sergio González, a quien por lo que se observa ya nadie respeta y mucho menos obedece.

 

Difícil de creer, pero es un hecho que Sergio González está teniendo serios problemas para desempeñar el cargo que por tanto tiempo buscó.

 

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