El proceso de aprobación o no de cuentas públicas prácticamente concluyó, pero lo anterior no quiere decir que se vaya a castigar o a perdonar la corrupción detectada en el ejercicio fiscal del 2021 entre las dependencias estatales, ayuntamientos y organismos públicos descentralizados de Tlaxcala que incluyó los últimos ocho meses de las pasadas administraciones y los primeros cuatro de las actuales autoridades.

 

 

De las 206 públicas presentadas ante el pleno del Congreso del Estado para su revisión y análisis, 43 han sido reprobadas y 163 han sido avaladas por los legisladores y legisladoras. En breve se sabrá cuántos ex presidentes municipales enfrentarán problemas y los presuntos montos que habrían desviados y que en forma global se calcula que superan los 100 millones de pesos.

 

También se podrá precisar los nombres y los cargos de los ex funcionarios del gobierno priista de Marco Antonio Mena Rodríguez que deberán responder por posibles quebrantos, aunque en este asunto habrá que decir que la gran mayoría y los que se presume estarían muy preocupados se encuentran relajados como el voraz e insaciable ex Oficial Mayor de Gobierno, Luis Miguel Álvarez Landa, quien dejó adquiridas patrullas, uniformes y otras compras millonarias que realizó con proveedores consentidos y que al parecer no le merecieron ningún señalamiento de peso.

 

En los siguientes días seguramente se conocerá cuántos responsables de las cuentas públicas reprobadas recurrirán a otras instancias legales para tratar combatir esa decisión, de ahí que habrá que esperar algunas semanas o meses más para saber cuántos casos terminarán en la Fiscalía Especializada en el Combate de la Corrupción de la Procuraduría General de Justicia en el Estado.

 

Por tal razón, no será raro escuchar voces a favor del proceso de fiscalización y otras que lo cuestionen para tratar de desacreditar las observaciones o justificar los montos millonarios que fueron señalados como presuntos quebrantos.

 

El próximo año el proceso de cuentas públicas se centrará exclusivamente en las actuales autoridades estatales y municipales. Se pondrá a prueba su honestidad y eficiencia, pero sobre todo se comprobará si están aplicando los lineamientos de no mentir, no robar y no traicionar.

 

Aunque hoy se habla poco de los cambios que de forma discreta se están registrando en algunas dependencias estatales u organismos públicos descentralizados, la realidad es que muchos responsables de áreas administrativas que arrancaron con la administración lorenista han dejado de colaborar porque no cumplieron con las expectativas o porque actuaron con cierta voracidad que los fue encaminando hacia su despido.

 

Entre ellos anote al empresario constructor y chafa pastelero, Delfino Chamorro Macías, quien hasta hace unos días se desempeñaba como director Administrativo de la Comisión Ejecutiva del Sistema Estatal de Seguridad Pública.

 

Otra que podría seguirle los pasos es Adglaentt Sánchez Sánchez, directora de Administración y Finanzas de la Unidad de Servicios Educativos de Tlaxcala, (USET), quien después de recibir una dependencia con finanzas sanas y hasta con superávit, hoy prevalece el desorden financiero y el balance contable es negativo.

 

Además, se habla de que desde esa área se ha beneficiado a proveedores recomendados por el amoroso Ventura Sánchez Gonzaga, coordinador para la Planeación y Evaluación Operativa de la Delegación de Bienestar y de su jefe político que trabaja en una de las oficinas más importantes del gobierno del estado, voracidad que también estaría siendo solapada por el impoluto Homero Meneses Hernández, secretario de Educación en Tlaxcala.

 

Bueno, pero lo anterior es otra historia que pronto saldrá a relucir con más detalles y nombres para que nadie diga que no es cierto.

 

Los tlaxcaltecas esperan que los ofrecimientos de investigar, frenar y castigar la corrupción no se queden sólo en el discurso, porque es urgente y necesario ver que será una realidad. En verdad, resulta ofensivo ver a ex funcionarios y ex alcaldes que abusaron de su posición caminando o comiendo en restaurantes como si nada.

 

Ojalá pronto se llame a rendir cuentas a los corruptos.

 

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