Pese a que el tema de la seguridad se ha vuelto un asunto delicado y hasta desgastante para la imagen de la actual administración, la gobernadora de Tlaxcala, Lorena Cuéllar Cisneros, no lo ha evadido ni ha renunciado a seguir enfrentándolo, porque en ella sí se percibe un legítimo interés y deseo de generar las condiciones de paz y tranquilidad que se requieren en la entidad para mantenerse en la ruta del desarrollo.

 

 

La mandataria sabe que uno de los principales problemas que hoy afecta al estado es el de la seguridad. El porcentaje de tlaxcaltecas que dice sentirse inseguro el altísimo, de ahí que lejos de no dar la cara, Lorena Cuéllar sigue hablando del tema, no deja de gestionar recursos públicos y de concretar acciones para que en unos meses se logre una mayor presencia policiaca no sólo del gobierno federal, sino del estatal.

 

En Tlaxcala se canalizarán en los próximos meses casi 400 millones de pesos para mejorar la seguridad. Con una inversión de 300 millones de pesos se edifica el nuevo Centro de Control, Comando, Comunicaciones, Cómputo, Coordinación e Inteligencia (C5i) y con otros 51.9 millones de pesos se construirá y se equipará el cuartel de la Guardia Nacional en Calpulalpan, el cual se suma al que opera en Apizaco.

 

La Guardia Nacional también contará con instalaciones en Teolocholco y Huamantla, lo que sin duda reforzará la seguridad en la entidad.

 

A unos días de cumplir el primer año de la actual administración, queda claro que los funcionarios estatales relacionados con el tema de la seguridad nunca se adaptaron al ritmo y ni al estilo de la gobernadora Lorena Cuéllar.

 

Mientras la mandataria se muestra activa y entrona para el tema, su secretario de Seguridad Ciudadana, el ex soldadito Raúl Ruiz García, conocido como el “777”, sigue jugando al jefe de los uniformados y con tibieza e imprecisión anunció la próxima entrada en operación de una nueva unidad denominada “La Policía Rosa de Tlaxcala” que estará conformada por 50 mujeres.

 

Según el torpe funcionario, ese cuerpo policiaco ya recibe capacitación y se encargará de brindar auxilio a los ciudadanos o a las ciudadanas que lo soliciten al servicio de emergencia 911.

 

Si ese es su gran logro y aportación a la seguridad de Tlaxcala a tres meses de haber asumido la Secretaría de Seguridad Ciudadana, entonces estamos jodidos porque es obvio que ese ex militar sólo vino a jugar y a cobrar, porque antes de pensar en “La Policía Rosa” debería cumplir sus ofrecimientos de mejorar la vigilancia porque los robos con violencia de automóviles, los asaltos a conductores de taxis y de otras empresas que operan a través de aplicaciones siguen, al igual que los atracos a camiones de carga.

 

No se le puede negar que el “777” es bueno para cuidar ferias como la Chiautempan, pero lo malo es que ahí no están los delincuentes ni ahí se concentran los ilícitos que impunemente se cometen por todo el territorio estatal.

 

La procuradora de Justicia en el estado, Ernestina Carro Roldán, sigue siendo un lastre y una decepción, porque sólo presume lo que le conviene y oculta sus fracasos y toda la información que la evidenciaría como la peor funcionaria que ha tenido esa dependencia en los últimos años.

 

Cuando salió a confirmar que la PGJE había detenido al primer presunto responsable del linchamiento registrado en la comunidad de San Pedro Tlalcuapan confirmó que había otras doce órdenes de aprehensión pendientes, de las cuales ejecutaron una más al tener en las instalaciones de la dependencia a otro implicado, pero de ahí a la fecha se ha negado a cumplir con su trabajo y llevar ante la justicia a otros probables responsables de ese hecho, lo que deja claro que su actuar es selectivo y de conveniencia.

 

Han pasado 17 días de los hechos violentos registrados en Xaltocan donde los habitantes procedieron a quemar patrullas y a destruir las instalaciones y equipo de la policía municipal luego de que uno de sus vecinos muriera en condiciones extrañas en los separos, sin que se conozca el avance de las investigaciones y cuando serán detenidos los responsables.

 

Dudo que en ese asunto haya detenidos y que la ineficiente procuradora se anime a aplicar la ley, porque saben que si lo hacen se echarán a los habitantes de ese municipio de enemigos.

 

Ernestina Carro tiene más pendientes que logros. Hoy corre el rumor que el nivel de corrupción es enorme en la PGJE y en áreas como la Dirección de la Policía de Investigación, donde hay elementos que presuntamente estarían ayudando a un banda conformada por ex agentes de esa corporación que tendría ligas con secuestros y otros ilícitos, como uno que se cometió recientemente en Huamantla y del cual no se supo nada.

 

El tema de las ineficiencias y de la corrupción de la PGJE pronto podría ganar espacios, pues el malestar hacia los funcionarios de esa dependencia por su pésimo actuar va en aumento.

 

Para concluir, está también la pobre actuación del secretario de Gobierno, Sergio González Hernández, quien ahora también ya siguió el paso del resto de sus compañeros de gabinete para quejarse con su jefa Lorena Cuéllar del golpeteo mediático que sufre y que según él forma parte de una campaña de desprestigio en su contra.

 

El collón y coqueto funcionario no acepta que ha fallado y que nunca tuvo ni ha tenido la capacidad para resolver conflictos, como el de Xicohtzinco, el cual terminó por canalizarlo al Congreso del Estado porque él sencillamente no pudo con el paquete.

 

Y si hay problemas y conflictos en los municipios de la entidad, es porque sencillamente la Secretaría de Gobierno carece de un equipo que alerte y prevenga de esos asuntos y porque no hay capacidad.

 

Por esa razón no resulta extraño ver a la gobernadora Cuéllar haciendo el trabajo que debería estar realizando el ex panista Sergio González.

 

Al asistir a la Décima Reunión Itinerante de la Mesa de Construcción de Paz y Seguridad del Estado de la Región III Zacatelco, la mandataria tlaxcalteca pidió a los alcaldes trabajar y contribuir a la seguridad, llamado que sí tuvo eco porque cuando éste lo hace Sergio González es olímpicamente ignorado.

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