No hay semana que pase y que los ciudadanos y las ciudadanas de Tlaxcala no se enteren de hechos violentos como asesinatos, cuerpos abandonados, atracos cometidos con armas de fuego e intentos de linchamiento.

 

 

La ola delincuencial que azota a Tlaxcala sencillamente derriba cualquier estrategia en materia de seguridad, borra la información oficial que indica que la entidad es de las más seguras del país y golpea la credibilidad de las autoridades que siguen sin encontrar la fórmula que pueda funcionar en nuestro estado.

 

En los últimos meses bandas de criminales de otras entidades vecinas como Puebla han venido una decena de veces a tirar cuerpos de víctimas sin que enfrenten algún problema o limitación para entrar a Tlaxcala, es decir, pueden ingresar y avanzar varios kilómetros para abandonar cadáveres que después son reportados y generan una gran movilización policiaca.

 

Pese a ese problema, el blandengue secretario de Seguridad Ciudadana, Raúl Ruiz García, sigue sin tomar el control de la dependencia, pues él puede ordenar un día que en los límites de Puebla y Tlaxcala se instale un centro de vigilancia o retén para detectar operaciones de la delincuencia, pero al otro puede llegar al nefasto y soberbio secretario técnico José Guadalupe Ballesteros Arellano y ordenar que se quite ese operativo porque no le preguntaron o porque a él no le parece correcto.

 

Desde que inició la actual administración la Secretaría de Seguridad Ciudadana ha tenido dos o tres cabezas que dan órdenes y se disputan el poder de los elementos policiacos, situación que ha provocado caos, desorden, fracasos y nulos resultados.

 

Cuando al inició de la administración se designó a Alfredo Álvarez Valenzuela, éste se encontró con la resistencia de José Guadalupe Ballesteros y el director Erick Sergio Ramírez Manzur, quienes se dice eran los responsables de filtrar los errores de su jefe y los hechos delictivos que se cometían en la entidad a fin de desgastar su imagen al evidenciar incapacidad.

 

En noviembre pasado Alfredo Álvarez abandonó su puesto para evitar ser detenido al enfrentar una orden de aprehensión, lo cual alentó la voracidad y ambición de Ballesteros y Manzur que confiaban en que ahora sí alguno de los dos será designado titular de la Secretaría de Seguridad Ciudadana, pero se equivocan porque la mandataria tlaxcalteca Lorena Cuéllar Cisneros designó a Maximino Hernández Pulido como encargado del área, lo que le permite acceder a información de los antecedentes y de cómo se mueven los mandos policiacos en la entidad.

 

Pasaron los meses y fue hasta mayo cuando la gobernadora Cuéllar nombra al ex militar Raúl Ruiz como nuevo secretario de Seguridad Ciudadana, generando expectativas por su trayectoria laboral, sin embargo no pasaron muchos días para comprobar que le faltaba carácter y conocimientos, tan es así que sus subordinados lo bautizaron como el “777” o el “Samy”.

 

Ese tibio funcionario ya fue rebasado al interior de la Policía Estatal y nuevamente José Guadalupe Ballesteros es el que aparece como la figura fuerte y de mando en esa maltratada área del gobierno estatal, de ahí que esa es la razón que explica los malos resultados para contener a los criminales y para tener una acertada estrategia de prevención.

 

Van dos fines de semana en julio y éstos han sido más que violentos y desastrosos en materia de seguridad, pues se habla de ejecutados en Ixtacuixtla, Nativitas y Santa Cruz Tlaxcala, además de que sigue apareciendo cuerpos de víctimas de delitos como el secuestro que fue abandonado uno de ellos en Tenancingo a un costado de la vía corta Puebla-Santa Ana.

 

Son dos áreas estratégicas del gobierno de Tlaxcala que están fallando gravemente. Una es la Secretaría de Seguridad Ciudadana y la otra la Procuraduría General de Justicia en el Estado a cargo de la cuadrada Ernestina Carro Roldán, quien sigue sin resolver ningún caso de alto impacto cometido en los últimos meses como es el linchamiento de la comunidad de San Pedro Tlalcuapan, municipio de Chiautempan, el asesinato de un joven que participó en una protesta política en Xicohtzinco, así como los feminicidios que se han cometido en la actual administración y los asaltos violentos perpetrados por un comando armado que irrumpe en casas de empresarios tlaxcaltecas.

 

Los números y los discursos dirán que en materia de seguridad vamos bien y que la estrategia va funcionando, pero lo anterior no cambiará la percepción y sentir de los tlaxcaltecas, quienes actualmente aseguran que el problema de la inseguridad es alarmante y que no hay resultados.

 

Hoy más de ocho de cada diez ciudadanos de Tlaxcala dice sentirse inseguro en su estado, cifra que nunca antes se había alcanzado.

 

La seguridad seguirá siendo el talón de Aquiles de la actual administración.

 

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