Un funcionario sobrevalorado que conforme han pasado los meses ha demostrado que no es tan eficiente y bueno, es el engreído secretario de Salud, Rigoberto Zamudio Meneses, quien ha sido un pésimo líder en el manejo de la pandemia de Covid-19 y un mal administrador de los servicios médicos al no mejorar en nada la atención ni garantizar el abasto de medicinas como lo prometió la nueva administración estatal.

 

Si uno revisa o se da una vuelta por las clínicas y hospitales tlaxcaltecas, comprobará que los servicios siguen siendo tan deficientes y limitados que cuando estaban bajo el control del gobierno priista que encabezó Marco Antonio Mena Rodríguez, de ahí que en diez meses que llevan las nuevas autoridades no ha existido ningún cambio o transformación.

 

A la pasada administración estatal que dirigió el priista Marco Mena habrá que reconocerle que tuvo un mejor manejo de la pandemia de Covid-19 gracias a los lineamientos y acciones adoptadas por el ex secretario de Salud, René Lima Morales, quien supo dirigir adecuadamente el Consejo Estatal de Salud que siempre operó a tiempo para establecer las medidas sanitarias para contener los contagios y reducir el número de fallecidos.

 

En la actualidad, Rigoberto Zamudio se muestra lento y hasta desinteresado en atender la quinta ola de contagios de esa enfermedad que el propio personal del IMSS ha reconocido con un aumento notable en el caso de pacientes detectados en Tlaxcala.

 

Pese al notable incremento de infectados, el médico especialista se resiste en establecer nuevas medidas para frenar el número de infectados y evitar que los hospitales se empiecen a llenar de enfermos como ha sucedido en otras entidades del país.

 

En Tlaxcala existe una relajación total y tanto las autoridades estatales como municipales fomentan y alientan actos masivos que sin duda ayudan a propagar la enfermedad haciendo que la pandemia se mantenga vigente.

 

Pareciera que el interés de Rigoberto Zamudio es que la nueva ola de Covid-19 tenga un mayor impacto entre la población para volver a establecer el programa de oxígeno gratuito que representó un gran negocio para el proveedor que resultó beneficiado con ese jugoso contrato.

 

De qué sirve qué Tlaxcala tenga los mejores indicadores en vacunación contra el Covid-19 (casi el 95 por ciento de la población está inmunizada), si no hay ninguna acción gubernamental efectiva para contener y tratar de disminuir los contagios de esa enfermedad

 

Resulta increíble que pese a los millonarios recursos destinados al inicio de la actual administración para la compra de medicinas, hoy se siga teniendo problemas de abasto en las clínicas y hospitales que en el mejor de los casos llega a ser del 72 por ciento, según declaraciones del torpe Zamudio Meneses.

 

Y lo que es peor, es que el secretario de Salud culpa de esa situación al proceso de transición que se vive por adoptar el programa IMSS-Bienestar, evidenciado una vez más que no está de acuerdo con tal medida que goza del respaldo total de la gobernadora Lorena Cuéllar Cisneros.

 

Después de diez meses me queda claro que hay funcionarios estatales que fueron sobrevalorados, porque en los hechos su trabajo es deficiente y sus resultados son nulos. La mandataria tlaxcalteca tiene un legítimo interés en mejorar y garantizar la calidad de los servicios de salud, pero su idea está lejos de ser compartida y respaldada por un médico que busca lucrar y hacer negocios con los recursos públicos.

 

Los esfuerzos de la gobernadora Cuéllar sencillamente se están diluyendo y perdiendo porque no tiene un secretario de Salud que esté en sintonía con ella, lo cual es una lástima porque si hay un rubro donde se ven los deseos de cambiar y transformar a Tlaxcala es el de la salud.

 

Ex alcaldes en fuga

 

Ayer le comentaba que el panorama para algunos ex presidentes municipales se empezaría a complicar y no pasaron ni doce horas cuando se confirmó que uno de ellos dejó de asistir a las audiencias programadas con el juez y el ministerio público, por lo que Eymard Grande Rodríguez es considerado ya como prófugo de la justicia.

 

El ex alcalde de Panotla que enfrenta varios procesos por presunto daño patrimonial al ayuntamiento optó por hacerse ojo de hormiga, razón por la cual pronto empezará a ser ubicado por los agentes de investigación de la Procuraduría General de Justicia en el Estado para detenerlo y obligarlo a responder ante la justicia por sus acciones.

 

Otros ex ediles que tan luego se enteraron de la situación de Eymard Grande no dudaron en emprender camino a otros municipios ajenos al territorio tlaxcalteca. Se sabe que uno optó por irse a refugiar a su rancho que recientemente construyó en Ixtacamaxtitlán, un municipio ubicado en el norte del estado de Puebla y que colinda con la población de Tlaxcala denominada Terrenate.

 

Ese personaje de apellido Rivera que buscó cobijo y protección del PAC y la familia Ortiz, hoy anda desesperado porque sabe que si es llevado ante la justicia no tendrá los elementos para justificar su pésima administración y su insaciable voracidad que lo llevó a cometer millonarios desvíos al ayuntamiento que gobernó.

 

Al parecer va en serio el asunto de castigar la corrupción en la que incurrieron los ex presidentes municipales.

 

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