La invitación está hecha. Ortiz y González, no tienen más opción que sentarse a dialogar sobre las modificaciones que podría sufrir el presupuesto del próximo ejercicio, por cierto diseñado por una amañado y perverso sistema orticista.

Tarde pero llegó el momento del diálogo entre los gobernadores saliente y entrante. Acaso podría mediar un mejor tema que el presupuestal. Según el orticista, Florentino Flores Xelhuatzin, habrá de darse un encuentro entre ambos personajes para acordar ciertos ajustes, en una especia de gesto caballeroso del régimen menguante.

Lo que pudo haber sido gestión sin descanso, pasada la elección de julio, se limitó a esporádicos encuentros de Mariano González Zarur, en las instancias donde se parte el pastel del presupuesto federal.

La mayor parte de su tiempo, en demérito de su incuestionable triunfo en las urnas, la pasó lamiendo heridas y afilando lanzas para una nueva acometida: ir contra Beatriz y su lucha por posicionarse como una más en la baraja tricolor con miras a 2012.

Esa pudiera ser la causa de esa especie de guerra de guerrillas, con repentinas apariciones del gobernador a partir de enero, unas para golpear a Héctor Ortiz y su administración y, otras para dejarse ver, como un ejercicio al cual acude el personaje huraño, como para medir la reacción de la gente al verlo, por ejemplo en una corrida de toros.

Ocupar un tiempo precioso, soñado por cualquier ganador de una contienda, para colocar el paquete recién adquirido en una bandeja de espera, en calidad de no prioritario, es seguramente uno de los riesgos que corremos quienes queramos o no, tendremos nuevas autoridades estatales a partir de enero de 2011.

Como senador y como diputado federal, tuvimos la mala fortuna de ser relegados por el entonces representante ante el Congreso. “La verdadera esencia de la política está en el centro del país”, era una de las frases sugeridas por un Mariano que entonces, se reponía tras la derrota de aquél inolvidable noviembre de 2004.

Hicimos, los tlaxcaltecas un papel de amantes incondicionales, siempre receptivos cuando por alguna razón, el cruel galán, dejase la frivolidad capitalina y regresara, ¿hastiado, derrotado?, a la patria chica, generosa de todas formas muy a pesar de sus ingratitudes.

Pero esta etapa es pasajera. Con o sin su presencia, de todas formas sobrevivimos.

Hoy, la historia nos muestra a todos los hijos políticos de Emilio Sánchez Piedras, con la alta responsabilidad de comandar a Tlaxcala.

También nos sugiere dirigir la mirada a los nuevos proyectos, en el destino de dichos personajes.

Digamos, en este momento los más destacados son Mariano, por el triunfo electoral, Beatriz, porque cada vez se le menciona más y, Héctor, en la etapa complementaria de su sexenio.

Falta Alfonso Sánchez Anaya, pero él conformó una alianza con su sobrino Mariano y, sin asomar la cara habrá de compartir la ganancia de este triunfo.

De los cuatro, ¿quién sentará sus reales en Tlaxcala?, ¿quien es el nuevo Sanchez Piedras de la actualidad?

¿Beatriz? Tal vez. Es la más cauta y acaso la más perversa de todos. Le encanta navegar en naves de engaño, dándonos a probar canciones muy inspiradas, en un loco afán distractor.

Algunos no se chupan el dedo.

¿Héctor? La recomposición de sus relaciones con Calderón pueden ser un respiro a su cíclico cuadro asmático. A lo mejor lo distrae su obsesión placeba, pero como su maestra, también nos ha de cantar, de preferencia Júrame, para mantenernos ligeramente inmersos en otros asuntos que no sean los de superar al peor obstáculo de su vida política, de nombre Adriana Dávila.

¿Mariano? Se distrae con facilidad. Y en eso de ser cacique se requiere concentración. La frivolidad lo ciega y, los nervios lo traicionan. Ha de pasar mucho tiempo en una terapia emocional para superar los momentos de crisis, hecho lo cual, será demasiado tarde en la carrera por suceder a su padre político.

¿Alfonso? No acaba de aceptar su doble juego. Lidera a los descamisados perredistas y hasta les refunda su partido, pero en su interior lo seduce la casta divina a la que nunca ha dejado de pertenecer. Ese fue su rol a lo largo de los años del sanchezpiedrismo a la fecha. Los grandes proyectos abortados, con contenido social. Y la arrogancia tras sus azulísimos ojos y su rubia y cana cabellera, son otros distractores, aprovechados por sus intolerantes adversarios.

Yo creo que de los cuatro, solo dos satisfarían los requisitos.

Por eso, hoy el tema del diálogo sobre el presupuesto, más que números y capítulos, conlleva actitudes.