Muy repuesto luego del susto de la elección, ayer, Mariano González Zarur, llegó a los toros como un aficionado más. Pagó su boleto, se dejó querer, pero luego se dio cuenta que su presencia generó la molesta llegada del “discreto y eficiente” cuerpo de polecías.

Algo urgente debe hacer el Ayuntamiento de Tlaxcala, en cuyas manos se halla el manejo de la plaza de toros Jorge el Ranchero Aguilar, para compactar la arena, pues luego de dos corridas, la tierra floja, lo mismo agrava la de sí riesgosa exposición de la vida de los matadores que, lesiona a los toros, los cuales al salir de la puerta de toriles, se encuentran con una especie de campo minado.

En consecuencia, seis de los trece astados –seis de Fernando de la Mora y el resto de Piedras Negras –  de las dos corridas lidiadas uno y dos de noviembre, se han lastimado los cuartos traseros, segundos después de aparecer en el ruedo.

Imaginará usted las protestas del público –las dos corridas se dieron con plaza llena – al ver rengueando a alguno de los bichos, poco antes de la suerte de varas, cuando habrán de añadir el necesario castigo de la puya, a sus extremidades lastimadas.

Es más, en la corrida del primero del mes corriente, Rodolfo Rodríguez “el Pana”, sufrió una aparatosa caída, al momento de retroceder, cuando despachaba a su primer enemigo.

Fuera de esos detalles, ambas corridas han sido de antología. Desde el embrujo encantador del Pana –quien cortó dos orejas a sus segundo, luego de ser trompicado y acabar con el pantalón del traje empapado de sangre de su enemigo – hasta el pundonor mostrado por Uriel Moreno “el Zapata”, quien ayer dos de noviembre, regaló un toro, tratando de no quedar atrás del rotundo éxito logrado por Fermín Espínola e Israel Téllez, cada uno de los cuales cortó dos orejas a sus enemigos, tras impecables muestras de estética y conocimiento, sobre todo al momento de colocar las banderillas.

Fue un verdadero banquete, inolvidable para el que lo haya visto en vivo y a todo color. Claro, son los asegunes, como la arena floja y los elevados precios. Pero la fiesta brava tlaxcalteca reafirmó su excelente nivel.

Hay que esperar las siguientes corridas y festivales para ver si la autoridad municipal se untó manteca, cuando supo de la urgente compactación del ruedo… quienes conocen de estos menesteres recomiendan aplicar capas de tepetate, y entre una y otra, humedecerlo hasta lograr una suavidad firme, donde la vida de los diestros no incremente el riesgo, y que los toros no se lastimen justo al momento de aparecer en esta, de veras una de las plazas más bellas de México.

Antento… antento… zeta dos a zeta cuatro…

En la corrida de ayer martes dos de noviembre, el gobernador electo, Mariano González Zarur, partió plaza. Acompañado por su hijo, Marianito, y otros familiares, entre quienes se encontraba el ex alcalde de Apizaco, Manuel González García Moreno, el inminente mandatario se dejó ver, y se dejó querer por una multitud que lo acogió con  calor.

Y saludó a muchos.

Desde el presidente de la feria, Daniel Herrera Murga, hasta el malquerido marianista, Enrique Padilla Sánches. O sea, iba dispuesto a repartir abrazos.

Ya sin el afilado rostro de antes de la elección, el ganadero gobernador recibió la ovación del respetable, cuando Uriel Moreno “el Zapata” le brindó la muerte de Fantasioso, un impresionante enemigo de 510 kilos, al que le cortó una oreja.

Todo iba bien. Decenas de flashes en torno de un alivianadísimo apizaquense mandamás, hasta que la plaza, prácticamente fue tomada por uniformados de la Secretaría de Seguridad Pública y Vialidad, a los cuales poco les importó enviar gendarmes a intimidar, por ejemplo al “profe”, un aficionado de hueso colorado cuya notoriedad se da en las graciosas expresiones a todo pulmón que, a veces el público celebra, y otras, de plano lo calla.

“Traigo para mi fianza”, gritó “el profe” al sentir al uniformado tras él. Ya imagino al general etílico secretario, dirigiendo como Dios le dio a entender, y como respondieron las decenas de tiras, unos atentos a la corrida y otros, radio en mano irrumpiendo en los silencios cuando alguno de los matadores así lo demandaba pues, se disponía a despachar a su enemigo.

¿No que no había comunicación entre ambos mandatarios?

Lo de ayer en la plaza Jorge el Ranchero Aguilar, describe las hazañas desesperadas de un gobierno a punto de concluir, por quedar bien con el nuevo líder.

Si Mariano nada más iba con tres o cuatro personas. Pero al rato, la plaza se asemejaba a la escuela de Policía. Nada más faltó que arrestarán al juez, por impuntual, o a alguno de los toros, por andar escandalizando con sus mujidotes y miccionando en vista de todos, como quien dice, ponerlo a disposición por 36 horas, por faltas a la moral.