No se vale que digamos, está buena la feria, cuando vemos a menores de edad tambaleándose tras haberse atiborrado de cerveza y otras bebidas en esta, una fiesta que nada más celebra el organizador.

Nuestra presunción como uno de los estados de la República más seguros debe ser congruente con la realidad.

Si en esta, su última feria del sexenio, el secretario de Turismo, Daniel Herrera Murga, no pone límite a su codicioso operar, será responsable de llevar a Tlaxcala al panorama global, como la pequeña entidad, que desafía a todo riesgo, embriagando a menores de edad, en alguno de los múltiples antros, en los que dividió a la Feria 2010.

El secretario de Gobernación, José Francisco Blake Mora, afirmó ayer o anteayer que, en el creciente número de muertos nuevos –sobre todo jóvenes – puede advertirse que la guerra contra el crimen organizado es un éxito.

Una percepción escalofriante. Tanto como aquella de ver a la violencia como un vaso medio vacío o medio lleno, en pos de “una percepción conveniente de esa definición, de violencia”.

Pero aquí en Tlaxcala, las apariencias no nos afectan. Con tal de atiborrar las cajas registradoras de antros chicos y grandes, pero todos produciendo para el capo Murga, los riesgos se nos resbalan. Y si vemos a algún muchacho (o muchacha) tambalenado por algún pasillo del recinto (a medias) lo único que decimos es, ¡qué buena está la feria!

Fíjese que así como en el capítulo de la ecología quedamos rengos en este sexenio, la Feria devino en el gran negocio de Danny, cínico y descarado, mientras románticos expositores disponían de sus ahorros para pagar las cantidades monstruosas para disponer de un espacio o un local dentro de la fiesta de los tlaxcaltecas.

Imagínese que soñaban con hacer competencia a los lugares con el beneplácito oficial para conformar un monopolio de la embriaguez.

Dicen que el organizado acaba de dejar las instalaciones de Oceánica, nada más para venir a perderse en una interminable farra, justificada porque genera millones aprovechando el espíritu alegre de quienes aquí habitamos y de nuestros invitados.

De veras no es justo ver esta operación, ventajosa nada más para uno solo. Pues la feria es de todos, supongo, ¿verdad?

Menudo reto el del gobierno de Mariano. Recuperar la feria implicará un esfuerzo sobrehumano. Ya lo dejó entrever. Y sabe qué, sin riesgo a verme marianista, le creo.

Porque peor no puede estar esta fiesta.

Se trata de lograr un escaparate, tan eficiente como la Feria de San Marcos, con ese sabor de provincia, pero también con un verdadero afán promocional.

Ahora que, si nada se tiene de qué presumir, pues a lo mejor es entendible que dejen en manos del fatal Daniel esto, que puede ser grandioso para la entidad, pero que lo es, nada más para su cuenta en el banco.

Hoy, que está de moda dejar a medias los recintos, las plazas culturales y a los hospitales dejarlos sin personal, había de ser una buena oportunidad para colocar a esos que tanto han dañado a los tlaxcaltecas y a nuestra economía, donde deben estar (no tras el escritorio cuyos cajones rebosan de lana ¿malhabida?)