Un problema heredado y que deberá ser atendido con urgencia antes de que el malestar social aumente, es el de la inseguridad que requerirá atención, talento, estrategia y recursos públicos por parte de las nuevas autoridades estatales y municipales.

 

 

Ayer le comentaba que los robos a casa habitación, asaltos armados a comercios y a usuarios del transporte público de pasajeros, así como los atracos a camiones de carga y el robo de autopartes y vehículos están a la alza en Tlaxcala, hechos que están alentando a los ciudadanos a llevar a cabo intentos de linchamiento que hasta ahora se han podido evitar, pero que podría concretarse uno por el gran malestar social que existe.

 

La mayoría de los nuevos presidentes municipales ya comprobaron que recibieron patrullas inservibles y una fuerza policiaca acotada y sin capacitación, lo que les impide ofrecer una adecuada seguridad a la población.

 

A nivel estatal si bien hay equipo, cierta tecnología y un mando con experiencia como Alfredo Álvarez Valenzuela, la realidad es que el número de policías estatales que se tiene es insuficiente para cubrir las necesidades del estado. Basta con recordar la promesa incumplida del ex gobernador priista Marco Antonio Mena Rodríguez, en el sentido de que a la mitad de su mezquina administración se comprometió a aumentar en 50 por ciento el número de elementos, ofrecimiento que nunca cumplió como otros más.

 

Al inicio del gobierno de Mariano González Zarur se despidió a más de mil policías estatales y hasta la fecha no se ha podido igualar la cantidad de elementos que en su momento llego a tener Tlaxcala en la administración del ex mandatario panista Héctor Ortiz Ortiz.

 

 

Imagínese cómo estará la inseguridad en Tlaxcala que ayer varios integrantes del Cabildo capitalino se empezaron a quejar de los robos, asaltos y otros delitos que se registran en la ciudad, evidenciando al gobierno del alcalde morenista Jorge Corichi Fragoso que recurrió a las justificaciones para ocultar su fracaso en ese rubro.

 

Como ya es costumbre, el alcalde de Tlaxcala optó por culpar a la anterior administración de la inseguridad que prevalece en la capital del estado y lamentó que trece años después de que se conformara la policía municipal con 100 elementos sólo se haya incrementado en ese lapso de tiempo en 26 el número de agentes.

 

La visión del morenista para tratar el tema de la seguridad es tan limitada como sus ridículas decisiones que ha tomado para garantizar, según él, que los ciudadanos puedan estar tranquilos en las calles y en sus casas.

 

En la sesión del Cabildo registrada ayer por la tarde, Corichi mencionó que ya se aporta más gasolina a las 16 patrullas con que cuenta la policía municipal para que los uniformados lleven a cabo más rondines, sin embargo eso de nada ha servido porque sencillamente el robo de autopartes y de casas habitación está imparables. Alguien debería decirle al edil que siempre ha existido la sospecha de que los uniformados de esa corporación están coludidos con la banda que opera en la capital para robar llantas y otras piezas de los vehículos.

 

Jorge Corichi piensa que recontratando a 15 ex policías que tienen aprobado el examen de control y confianza mejorará la seguridad en Tlaxcala, situación que resulta ridícula y que demuestra que su administración es de ocurrencias y que la planeación estratégica no es lo suyo.

 

Pero no crea que el presidente municipal de Tlaxcala es el único iluso, porque ayer también la procuradora de Justicia en el estado, Ernestina Carro Roldán, evidenció que carece del talento y capacidad para cambiar a una dependencia donde pulula la corrupción.

 

La funcionaria reunió a los peritos en diferentes materias de la PGJE para exhortarlos a conducirse con profesionalismo, responsabilidad y ética, palabras que seguramente causaron risas entre ese personal porque en esa dependencia nada se mueve si no hay algún estímulo económico de por medio.

 

Pensar que las cosas van a cambiar sólo porque se da más gasolina a las patrullas o porque se pide evitar la corrupción con discursos trillados es absurdo, sin embargo es lo que hay y sin dudas tales actitudes también generan ternura.

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