Hay que verlo en la parcela local; a la fuerza de AMLO, cómo le hace bien mover el tapete al sistema del aiga sido. ASA recobra una fuerza innegable en el perredismo de Tlaxcala y hasta es probable que su esposa incursione en el gobierno de Mariano González Zarur.


El desahucio a priori del calderonismo en Los Pinos, aceleró la exhibición del maridaje alcanzado entre el PAN y el chuchismo y, nos obliga a hacer atisbos respecto a una potencial alianza entre la pureza ideológica del amlismo utópico y un robustecido priísmo, con pruebas, como lo registra el Edomex del «beneficio espontáneo» que al tricolor le puede significar cualquier gesto de Andrés Manuel.

Si lo trasladamos a la parcela local podemos ver a Alfonso Sánchez Anaya, quien ostenta aquí con esmero la representación del movimiento de López Obrador, guardando para sus propios intereses una amplia relación con el gobierno entrante, al grado que ya hay quien habla de la incursión de Maricarmen Ramírez García, en un área tan atractiva en la administración de Mariano González, como lo puede ser la Secretaría de Turismo (Secture).

Vivimos una etapa en la cual los cambios de fondo dibujan escenarios impensables hasta hace poco.

Alguien en nuestro país detenta a la definición como constante. Su nombre es Andrés Manuel. Otros viven para obstaculizarlo. Le tienen pavor. Si él decidiera abonar su desempeño con un poco de flexibilidad, cuidado con los escépticos, porque al cambio no lo paran ni los gringos.

Reitero, hay que ver el contexto en los estados. El nuestro nos enseña a un inminente perredismo, con la mayor parte de sus integrantes boquiabiertos por la medida tomada por Minerva Hernández y Ricardo Olivares.

También nos deja ver a ASA sin más opción que tomar al partido por los cuernos, debatirlo, refundarlo y definirlo, ya sin los rescoldos de los chuchos, cuya acción en la izquierda acabó por descubrir al PAN como la energía a la cual le fueron funcionales.

Oiga usted, la imagen de los nuevos panistas fue aprovechada por una desaliñada Adriana Dávila Fernández, para dejarse ver de nueva cuenta, pero con el mismo rostro.

Ni quien dude de su intercesión para agilizar el arribo de Minerva y el necesario reflector de Ricardo.

Ambos denegaban pertenencia a la casta divina de los buenos tiempos del perredé en Tlaxcala (1998-2004), mas los dos llegaron al CEN del PAN como seguramente lo llegaron a vislumbrar, sabiendo que no hay plazo que no se cumpla.

Qué cosas, verdad. Si la abanderada albiazul este cuatro de julio hubiese sido Minerva, otro gallo cantara a los panistas locales.

En su momento reclamamos la lunática actitud del inventor del aiga sido, para llevar a las últimas consecuencias a quien, descalza, resultó una conferencia magistral de lo que no se debe ser, ni hacer en la política.

La perspectiva desde el otro lado de la acera nos enseña a otra política, Minerva, con el interés legítimo de no tirar por la borda su plausible hacer legislativo.

Que tire la primera piedra el que se sienta libre de culpa.

Total, lo único que se pierde en estos episodios es la definición.

¿Qué más da en los albores de esa gran alianza (PRI-AMLO) que podría marcar una nueva etapa en la vida de todos los mexicanos?

Total (de nuez) a quienes tienen una real vocación de izquierda, los entusiasma que en la época del marianismo, por lo menos no hay esquemas tan hechos y cerrados como ocurre con el estertóreo orticismo.