De no existir algún cambio, es muy probable que el presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, visite Tlaxcala antes de que termine el presente mes, pues su intención es realizar una gira por la entidad para aprovechar ese momento y despedirse del actual gobernador Marco Antonio Mena Rodríguez, a quien le quedan 47 días en el poder.

 

 

La gobernadora electa, Lorena Cuéllar Cisneros, tiene programada la gira de la Victoria y Agradecimiento, la cual se llevará a cabo del 15 al 20 de julio. Después de esa última fecha se espera la visita de López Obrador, quien seguramente hará un reconocimiento al mandatario estatal priista por no haber intervenido en los pasados comicios del 6 de junio, situación que permitió a los ciudadanos y a las ciudadanas elegir libremente a sus próximas autoridades.

 

Como buen político, el presidente de México utilizará su visita a la entidad para mantener vigente su activismo y reforzar los logros y beneficios que su gobierno ha generado para los más pobres y necesitados, sobre todo porque en Tlaxcala fue evidente que si se pudo capitalizar el impacto de los programas sociales de la administración federal.

 

Lorena Cuéllar logró una votación histórica de más de 305 mil votos, lo que la ubicó como la candidata mujer con más sufragios alcanzados a nivel nacional en los pasados comicios, donde se eligieron más de 20 mil cargos de elección popular.

 

López Obrador sabe que Tlaxcala no le falló, porque no sólo se ganó la gubernatura, sino que se volvió a alcanzar la victoria en las tres diputaciones federales y se retuvo el control y la mayoría en el Congreso del Estado.

 

El único problema que se detecta en estos momentos es la operación de los programas de desarrollo que ejecuta el gobierno federal a través de la delegación de la Secretaría del Bienestar, pues si bien Tlaxcala ocupaba hace unos meses los primeros lugares en desempeño y avances, hoy ya no se encuentra en esa destacada posición porque es evidente que esa dependencia perdió la efectividad con que venía trabajando.

 

Aunque por el momento se descarta un cambio del “superdelegado”, Carlos Luna Vázquez, esa posibilidad se mantendrá, pues es evidente que a López Obrador no se le puede fallar y menos en lo que se refiere a los programas sociales.

 

El tabasqueño no tuvo ninguna consideración para remover hace unos días a Gabriel García Hernández de la coordinación general de los Programas Integrales de Desarrollo del gobierno federal, debido a que ese funcionario fue señalado como uno de los responsables de los malos resultados obtenidos en los comicios pasados registrados en la Ciudad de México y el Estado de México, donde Morena fue vencido por la alianza opositora integrada por el PRI, PAN y PRD.

 

Sí Gabriel García que era uno de los operadores políticos y financieros más cercanos al mandatario del país fue despedido por supuestamente no hacer bien su chamba al tener bajo su control a los llamados “superdelegados” y a los servidores de la nación, es obvio que nadie tiene asegurada su permanencia en la administración federal y menos si está fallando en la operación de los programas que tanto presume López Obrador.

 

El gobernador Marco Mena aprovechará la visita de AMLO para despedirse y buscar su aprobación y respaldo que le garantice que podrá irse el próximo 30 de agosto con la certeza de que no enfrentará ninguna persecución o investigación.

 

Mena cumplió su palabra de no intervenir en las elecciones pasadas y ese simple hecho lo pone en una buena circunstancia para dejar el poder sin ningún temor. El mandatario tlaxcalteca terminará bien su administración y podrá presumir que es uno de los diez gobernadores a nivel nacional goza de una aceptable aprobación ciudadana.

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