Si alguien le ofrece una Coca-Cola en doscientos pesos, lo más seguro es que lo mandará al diablo. Eso no sucede en Salud de Tlaxcala, donde los medicamentos se compran diez, veinte o más veces más caro de su costo promedio.


Entre la resistencia del diputado panista Florentino Flores Xelhuantzi, para llevar al Pleno del Congreso la ley de entrega-recepción y, el comportamiento escandaloso de instancias como la Secretaría de Salud, tiene que haber una relación perversa de complicidad.

Compras de medicamentos autorizadas por el secretario Constantino Quiroz Pérez, con costos veinte veces arriba de la media nacional, el pago de rentas exorbitantes por un espantoso edificio particular adonde debió mudarse el aparato burocrático de este organismo para permitir la demolición de las instalaciones propias en el predio donde hoy se puede ver la faraónica obra inconclusa del sexenio, llamada Plaza del Bicentenario.

Esas son las atrocidades que hacen odioso a un político, descrito a sí mismo como “gente buena” (yo diría que para robar), cuando a cuatro meses del plazo fatal, lo que urge son funcionarios con eficiencia, no con bondad.

Algo me dice que a algunos médicos debería prohibirse participar en la política. Generalmente son malos, aunque su formación académica los obligue a verse superiores a la mayoría de vulgares enfermizos que algún día hemos de caer en sus manos.

Pero, lejos de asumirlo una obligación –dado su relevante papel con la gente – se empeñan en entrar a la pachanga del poder, con la imbécil creencia que por la bata blanca en la que suelen arroparse va uno a dejar de ver sus crecidas uñas y afilados colmillos.

Quién ignora el caso de las computadoras adquiridas con gabinetes vacíos, o los robos de medicamentos con esquemas de perfección, porque las cámaras de seguridad no los detectaron (se trata en realidad de las grandes estafas del sexenio) pues, sólo se reflejaron en reportes, destinados al archivo muerto, aunque muertos de necesidad a los enfermos pobres, sencillamente se les negó el medicamento. “Nos robaron”. “Nos saquearon”. “Nos sorprendieron”… qué manera de responder… qué talento para engañar!

Mire el uso de la lógica cero en este rubro:

a) Pago miles a un amigo para llevar a su edificio a los empleados revoltosos e improductivos.

b) Robo cuanto puedo en el rubro adquisiciones y además niego el pago a numerosos proveedores, curiosamente los que dan más barato.

En conclusión: ¡Felicidades! Es usted un político panista exitoso. Bueno, se dice panista, aunque de este partido lo único que porta son las camisas y chalecos de campaña, porque aquello de: “por una patria ordenada y generosa”… hombre, ya pasó de moda… no hay que ser aguafiestas y menos ahora que faltan unas cuantas semanas para entregar el negocio a quienes lo ganaron el cuatro de julio anterior.

A reserva que lo escuche, a ver qué opina usted del papelazo de Constantino ante los micrófonos de W Radio. Transcribo sólo parte de la entrevista, pero, créame, escuchar al secretario de salud de mi estado, defendiendo lo indefendible, me decepcionó, me avergonzó:

(locutor):  -“Hay cosas que nos sorprenden, por ejemplo, acetasolamida, precio de referencia quince pesos con dieciséis centavos, en Tlaxcala dice (un informe nacional) que se compró a ciento cincuenta y cinco pesos con setenta y tres centavos”.

(Constantino Quiroz): -“Sí, mire, normalmente para la compra de los medicamentos hay una licitación nacional y federal para poder hacerlos… esa licitación, bueno pues tiene un proceso donde participan varios distribuidores, varias empresas y, normalmente se saca la licitación a quien mejores condiciones de precio den (sic) para cada uno de los estados”.

Normalmente, dice Quiroz Pérez, se compra a quien dé mejor precio. Insisto, normalmente. Pero Tlaxcala parece estar inmersa en un esquema de anormalidad porque los medicamentos, desde 2009 se adquirieron entre diez y veinte veces más de su costo promedio.

Esto, a lo que el funcionario tlaxcalteca intenta explicar con sus balbuceos, es un cínico acto de latrocinio.

Así que la negativa de Florentino, presidente de la comisión de Finanzas del Congreso, está en todo caso fuera de la lógica de la transparencia, pero dentro de la lógica del latrocinio.

Técnicamente se llama colusión.

Y aquí entre nosotros, lo hemos de llamar abierto acto de corrupción.

Quiroz Pérez, jamás pudo explicar al conductor de W Radio, las causas por las cuales Tlaxcala tiró el dinero al caño, o ¿será que el dinero fue a dar a su bolsa? Eso nadie lo sabe, y según vemos, puede quedar como la gran duda, gracias a la contribución del incomparable Florentino.

Yo creo que por eso, el PAN reventó en la elección.

Si quiere escuchar la entrevista de aproximadamente dos minutos, esta es la dirección: http://www.wradio.com.mx/oir.aspx?id=993423 . También puede reproducirla abajo. No sé como terminar, si recomendándole que la disfrute o, que la lamente.