Entre menos aliados, menos posibilidades rumbo al 2018
Rodolfo Ruiz R.
El que Luis Miguel Barbosa Huerta haya anunciado hoy su intención de participar en los comicios del 2018, de fortalecer al PRD y de no permitir que su otrora aliado Rafael Moreno Valle —o algunos de sus operadores— les arrebate el partido, no es una buena noticia para el actual grupo gobernante.
No sólo porque esa situación complicará sus planes de construir una gran alianza política para el 2018, con el PAN y el PRD como principales soportes, sino porque la gran damnificada de ese rompimiento podría ser Martha Erika Alonso Hidalgo.
La esposa del gobernador saliente y actual secretaria general del Comité Directivo Estatal del PAN necesita, para salir triunfante en el próximo proceso electoral, de una amplia coalición partidista que la respalde, como ocurrió con su marido en 2010 y con José Antonio Gali Fayad en 2016.
El PRI-Gobierno difícilmente dejará que en 2018 el Partido Nueva Alianza (Panal), y el Partido del Trabajo (PT) se vayan de aliados del PAN, como ocurrió en los comicios de este año en Puebla.
Localmente el PAN tampoco tendrá como aliado al partido estatal Pacto Social de Integración (PSI) que ya perdió su registro y está en proceso de liquidación por no haber obtenido el 3% de la votación efectiva.
El otro partido estatal Compromiso por Puebla (CPP) está lejos de serle útil, sobre todo si el nuevo gobierno de José Antonio Gali deja de inyectarle recursos y darle respiración artificial, como ocurrió en la gestión de Moreno Valle por conducto del diputado federal Eukid Castañón Herrera.
¿Qué aliados le quedarían a Martha Erika Alonso: Movimiento Ciudadano, el Partido Encuentro Social (PES)? Eso y nada es prácticamente lo mismo.
El PAN por sí mismo nunca ha ganado la gubernatura de Puebla; siempre ha necesitado de partidos aliados, de ahí la relevancia que tiene el rompimiento del senador Luis Miguel Barbosa y su grupo del PRD con el morenovallismo.
De ahí el tamaño de la denuncia que esta mañana hizo el senador Luis Miguel Barbosa, acusando al gobernador Moreno Valle y al diputado federal Luis Maldonado Venegas de usar la nómina del gobierno de estado para hacer afiliaciones masivas de perredistas para hacerse del control de este partido en 2017.
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Tómelo con reserva, pero al interior del PRI viene tomando fuerza la idea de lanzar al ex rector de la UNAM y actual secretario de Salud, José Narro Robles, como candidato presidencial en 2018.
Sus promotores, entre los que figuran algunos ex dirigentes nacionales del PRI, le ven muchas ventajas a pesar de sus 66 años de edad.
De entrada dicen que no es ningún improvisado y que tiene más méritos priístas que otros aspirantes del tricolor al mismo cargo, pues ha sido dos veces subsecretario, presidente de la Fundación Colosio cuando aún se llamaba Fundación Cambio XXI, y rector de la UNAM durante ocho años.
Su precandidatura irá tomando cuerpo en los próximos meses. Ya lo verá.
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