Puebla: Balance electoral en cinco lecturas

Las elecciones terminaron siendo un plebiscito

Votar, anular o abstenerse este 7 de junio

 

Aunque en Puebla a diferencia de otras entidades no se elegirán autoridades locales, sino sólo diputados federales, las elecciones del próximo domingo serán en buena medida un referéndum o plebiscito de la gestión del gobernador Rafael Moreno Valle.

Esa situación explica por qué en los últimos días de campaña los estrategas y candidatos del PRI y el PAN han abandonado las propuestas y asuntos de índole nacional o federal, para concentrarse en aspectos locales en los que se pondera o se cuestionan las obras y acciones de las administraciones de Rafael Moreno Valle y Mario Marín Torres.

En los spots del PRI se pone el acento en las deficiencias del Metrobús y los centros de verificación vehicular, en la Ley Bala y la violación de derechos humanos, y en el derroche de recursos públicos para obras suntuosas o faraónicas como la mega Rueda de la Fortuna y el Museo Barroco.

Contrariamente los spots del PAN buscan contrastar la Puebla de antes con la Puebla morenovallista en materia de infraestructura, servicios públicos, seguridad y salud, con cifras e imágenes que dejan muy mal parados a los gobiernos priístas como el de Mario Marín Torres.

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Aun antes de conocerse los resultados de la jornada electoral del domingo entrante, ya podemos adelantar algunas conclusiones en torno al proceso. Una es que el PAN necesita ganar al menos diez de los 16 distritos electorales de la entidad para justificar la supremacía del morenovallismo sobre otros grupos políticos y para dejar en claro que en los comicios locales del año siguiente nadie podrá arrebatarle la gubernatura.

Si, por el contrario, los candidatos morenovallistas pierden siete u ocho demarcaciones, lo más probable es que este sea el comienzo de su declive y el punto de quiebre que marque un antes y un después en el estilo de gobernar del mandatario estatal.

Tal escenario obligaría al gobernador Moreno Valle a reconsiderar su relación con algunos actores (individuales y colectivos) y aliados con los que se ha distanciado, a abrir su gobierno a personajes distintos a los de su compacta y cerrada burbuja, a cambiar su estrategia de medios de comunicación, y a privilegiar su sucesión gubernamental por encima de su proyecto presidencial.

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En Puebla como en otros estados del país es notorio el hartazgo ciudadano hacia los partidos políticos, los candidatos en general, y los procesos electorales como supuesto canal de expresión de la voluntad popular.

Dicho rechazo podría alcanzar en este proceso cifras históricas en cuanto al voto nulo y el abstencionismo.

Una y otra expresiones tienen críticos y promotores.

Respecto a otras entidades de la República Mexicana, el voto nulo ha mostrado en Puebla una tendencia alcista. En las elecciones federales intermedias de 2009 los votos anulados representaron el 7.36 % de la votación total del estado, situándose en tercer lugar en relación a los partidos políticos.

De acuerdo con cifras oficiales del IFE, en ese proceso los únicos partidos que en Puebla superaron el voto nulo fueron el PRI, con el 40.99 % de los sufragios, y el PAN, con el 26.68 %.

La cifra de votos nulos rebasó en Puebla la votación obtenida por el PVEM y el PRD en 2009.

¿Cómo se comportará el voto nulo en las elecciones intermedias de este 2015?

¿Se ubicará otra vez por encima del PRD, el PVEM y Morena?

¿Si en 2009 llegó a 7.36 puntos, a cuántos llegará ahora en Puebla, considerando el impulso nacional que ha recibido de académicos y comentócratas tan influyentes como José Antonio Crespo, Denise Dresser y Javier Sicilia?

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Desde las elecciones federales intermedias de 2003 el abstencionismo se ubica arriba de los 50 puntos. En ese proceso los abstencionistas representaron el 58.32 % de la lista nominal de electores, y en 2009 el 55.20 %.

Según distintas encuestas, el ausentismo electoral podría rondar el próximo domingo niveles del 60 o 63 %.

En Puebla la no participación ya rebasó los 60 puntos. En 2009 fue del 61.86 %, y en 2003 de 62.46 %.

Se imagina el impacto que en Puebla tendría el abstencionismo si éste fuera del 65% sobre la lista nominal de electores.

Sin duda, el efecto sobre los candidatos, partidos y gobernantes sería demoledor, pues carecerían de legitimidad y representatividad.

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Los resultados del domingo entrante también serán cruciales para definir los alcances de la próxima reforma electoral en Puebla y el periodo de la próxima gubernatura de la entidad.

Si los cómputos son favorables al morenovallismo y al PAN, ganando diez o más distritos, lo más probable es que la Constitución del estado no se modifique, de manera que el sucesor de Moreno Valle en Casa Puebla sólo gobierne un año ocho meses.

Pero si los resultados le fueran adversos, lo que significaría perder siete, ocho o más distritos, entonces lo más factible es que haya un golpe de timón, y el gobernador tenga que emprender una reforma constitucional en materia electoral, antes de que termine el mes de junio, para ampliar a cuatro años ocho meses el periodo de su sucesor.

Pero también una rectificación en el estilo y la forma de gobierno del mandatario estatal, antes de que sus otrora aliados terminen dándole la espalda o le jueguen las contras en los comicios locales del año entrante, en los que se pondrá a prueba no sólo la supervivencia del morenovallismo sino la viabilidad de su proyecto presidencial.

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