LA CORTE DE LOS MILAGROS

Elecciones locales y el Pacto por México

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A pesar del ruido mediático y las declaraciones de los dirigentes del PAN y PRD, y de algunos de sus coordinadores parlamentarios, que ponen en duda la vigencia o continuidad del Pacto por México, este Acuerdo Político Nacional no se romperá, al menos hasta finales de año.

Sustento mi hipótesis en los resultados que arrojó la jornada electoral del pasado domingo en catorce estados del país, en la que no hubo un ganador absoluto, con todo y que se diga que el PRI se llevó la rebanada más grande del pastel.

Si la gubernatura de Baja California la hubiese ganado el PRI, a través de su candidato, Fernando Castro Trenti, y sus aliados en esta entidad —el PVEM y el PT—, entonces el Pacto por México sí habría tronado como ejote, ya fuera por el sonado descalabro electoral que hubieran sufrido los dirigentes nacionales del PAN y PRD, que apoyaron con todo a Francisco “Kiko” Vega, o por la necesaria renuncia que ambos habrían tenido que presentar tras esa hipotética derrota.

Aunque el PRI logró hacerse de la mayoría de los municipios en disputa, aumentar su cuota de ciudades y capitales estatales que serán gobernadas por alcaldes surgidos de sus filas, lo cierto es que también perdió ayuntamientos importantes en Aguascalientes, Baja California, Coahuila y Tlaxcala.

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Hasta esta noche, en la víspera de los cómputos en los consejos o comités municipales electorales, el PRI y sus aliados se perfilaban como victoriosos en ocho de las 13 capitales que estuvieron en juego: Benito Juárez (Quintana Roo), Culiacán (Sinaloa), Chihuahua (Chihuahua), Ciudad Victoria (Tamaulipas), Durango (Durango), Oaxaca(Oaxaca), Xalapa (Veracruz), y Zacatecas (Zacatecas).

En cambio, el PAN y el PRD consiguieron mantener la ciudad de Puebla y ganar las capitales de Aguascalientes (Aguascalientes) y de Baja California (Mexicali). Además, el PAN por sí sólo se hizo de Saltillo (Coahuila) y de Tlaxcala (Tlaxcala), que estaban en poder del PRI.

Tales victorias —sumadas a las de otras ciudades importantes como Boca del Río, Huamantla, Juchitán, Monclova, Nuevo Laredo, San Martín Texmelucan, Teziutlán y Torreón— representan un salvavidas, un tanque de oxígeno, para Gustavo Madero y Jesús Zambrano, sobre todo para el primero, que ha perdido liderazgo y convocatoria entre los cuadros y legisladores de su partido como resultado de su lucha interna contra los calderonistas y su decisión de poner en la coordinación de los senadores panistas a un personaje tan gris como Jorge Luis Preciado.

Para ganar la legitimidad que no obtuvo en las urnas, el presidente Enrique Peña Nieto necesita conservar como aliados a los dirigentes de las dos principales fuerzas opositoras al PRI, por lo que creo que, al menos en el primer año de su sexenio, hará todo lo que esté a su alcance para que éstos no abandonen la mesa del Pacto por México.

En suma: mientras Peña Nieto no logre sacar adelante las reformas que tiene pendientes—entre ellas la fiscal y la energética— será condescendiente con sus adversarios del PAN y PRD (dirigentes y gobernadores), un dique de los duros de su partido y hasta con el verdugo de algunos de sus candidatos en estas elecciones locales.

La historia será diferente cuando estas reformas llamadas estructurales se hayan aprobado y estén en puerta las elecciones federales intermedias. Y si no, al tiempo.

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