Fabiola Morales Gasca
La belleza nos atrae con un solo cabello.
Alexander Pope
¿Por qué los hombres no pueden tener fuertes lados femeninos? ¿Eso les hace menos hombres? No sé por qué nuestra sociedad tiene tal énfasis en la masculinidad y en la feminidad -es realmente grave.
Adam Lambert
Para mi padre, que me enseñó a fluir
Recuerdo que hace años caminaba con mi padre por el centro de nuestra ciudad y era común apreciar aquellos locales con decoración sobria, sillas altas, hombres de corta bata blanca y postes con líneas rojas, blancas y azules. Las barberías, esos establecimientos en el que se afeita, se corta y arregla el pelo, la barba o el bigote a los hombres fueron por muchos años santuarios de la masculinidad. Por supuesto yo no entré nunca a una de ellas, desde afuera siempre admiré las actividades de aseo que se realizaban.
Desde siglos atrás los barberos han sido personas importantes en las comunidades, y el lugar para cortar, acondicionar el cabello y la barba, un significativo sitio de interacción social y opinión. En la antigüedad las barberías eran también foros donde se expresaba la preocupación pública y existía la participación de los ciudadanos en temas que afectaban a la comunidad. El barbero, artista por naturaleza, tiene el don de conocer el cabello, barba y personalidad de su cliente, elementos básicos para ejercer su trabajo de la mejor manera.
Durante los últimos años del siglo anterior las barberías empezaron disminuir hasta la casi extinción por múltiples circunstancias, entre ellas el aumento de las estéticas unisex que proliferaron en todos los rincones de las colonias más apartadas, el incremento de rastrillos desechables que competían contra los rastrillos de navaja intercambiables, el bajo costo de las rasuradoras eléctricas, y las modas que se alejaban cada vez más del uso de la barba. Recuerdo que mi padre un día regresó triste del centro y nos mencionó que la barbería a la que habitualmente iba se había cerrado, y que por nada del mundo se veía asistiendo a una estética donde hubiera muchas mujeres y dos o tres hombres esperando turno. En el fondo de todo eso, lejos de ser un discurso machista, me pareció una nostalgia frente a los nuevos tiempos que llegaban. Continuamente mi padre nos hacía referencia a los amigos que ya no veía desde hace meses y las pláticas que surgían en aquel espacio que se reservaba sólo para hombres. Había añoranza en su voz al recordar a su barbero y las veces que estuvo, por descuido de su mano temblorosa por la edad, a punto de cortarle la oreja con la filosa navaja. La barbería, como muchos oficios, parecía extinguirse irremediablemente frente a la velocidad del mundo y su proximidad con el año 2000.
Algunos lustros han pasado y parecen resurgir con fuerza las barberías con su vieja escuela. Las barberías “vintage” parecen inundar la ciudad en un serio intento por rescatar las barberías tradicionales que habían quedado abandonadas en los años pasados ante la competencia de los salones de belleza unisex. Las nuevas barberías son una reinterpretación de las tradicionales, pero con la diferencia de ofrecer más actividades. Hay una amplia gama de servicios a diferencia de las de antaño. Las barbas abundantes regresaron a la moda como parte de la tendencia llamada “lumbersexual”, que pretende mostrar una imagen ruda y varonil en contraposición a la imagen “metrosexual” que dominó durante la primera década de este nuevo siglo.
De acuerdo con la RAE, el término masculinidad significa calidad de masculino. Para la antropología, el concepto abarca un espectro más amplio: cualquier cosa que los hombres piensen y hagan. Dichas acciones van encaminadas a diferenciarlos de las mujeres. Esta última forma de abordarlo nos plantea la importancia central de las relaciones masculino-femeninas. La doctora en ciencias sociales Eleonor Faur, en Masculinidades y Desarrollo Social, considera la masculinidad como: “Una construcción cultural que se reproduce socialmente (…). Esa construcción se desarrolla a lo largo de toda la vida, con la intervención de distintas instituciones (la familia, la escuela, el Estado, la iglesia, los medios de comunicación, etc.) que moldean los modos de habitar el cuerpo, de sentir, de pensar y de actuar el género.”
Es evidente suponer que esta construcción de masculinidad y de feminidad es dinámica, y está siempre cambiando de acuerdo con nuestras sociedades y costumbres. En el discurso publicitario hemos visto en los últimos años cómo se han generado nuevos conceptos de masculinidad para identificar estilos diferentes de vida como metrosexual, übersexual, lumbersexual, retrosexual y otros términos que se han agregado a la paleta de colores para definir personalidades. No voy a ahondar en estas breves líneas sobre el tema, porque para ello hay muchos libros especializados. Lo que me parece oportuno señalar es que la construcción de la masculinidad ha pasado por cambios perceptibles tanto colectiva como individualmente. Dichos cambios buscan fomentar la igualdad entre los sexos y han sido significativos en los últimos años.
Se ha asumido durante siglos características y actividades a varones y mujeres. Ambos cumplen con un rol dentro de la sociedad y buscan ser reconocido por ello. En las mujeres se han marcado los estereotipos sociales, y en los últimos años han buscado ser admitidas como miembros activos dentro de la sociedad. El género masculino también se ha enfrentado a los estereotipos, aunque no son tan marcados y del mismo impacto. Nuestros entornos buscan que el hombre cumpla con unas características ya establecidas como ser fuertes, decididos, sustento de la casa, que reprima sus sentimientos, resuelve-todo y una larga lista de cualidades. Se corre el riesgo de dejar de ser considerado “hombre” por la sociedad si no cumple dichas cualidades. Muchos de estos estereotipos comienzan a tambalearse y los roles empiezan a transformarse frente a nuevos modelos. La nuevas masculinidades o masculinidades alternativas son aquellos modelos que “proponen replantear la idea de masculinidad y desaprender los roles de género adquiridos durante toda la vida y perpetuados a lo largo de siglos”.
En una pregunta hecha a hombres que realicé de manera muy informal con mis contactos sobre este concepto de nuevas masculinidades a través de las redes sociales, se halló confusión, en primera por ser nuevo el termino y en segundo lugar por las falsas creencias de que estos modelos quieren romper la idea de hombre, pues para la mayoría sólo hay una forma de ser hombre y es lo contrario a ser mujer. Pero si analizamos con calma, podemos apreciar que estos modelos de nuevas masculinidades buscan que cada hombre exprese su género libremente. Debemos replantearnos que no hay una forma única de ser hombre, todas las visiones son válidas. El machismo no sólo perjudica a las mujeres sino que hace que los hombres actúen bajo ciertas reglas y no se les permita mostrar su vulnerabilidad. Si se logra cambiar los estereotipos negativos de género no sólo ganan las mujeres que vivirían con menos violencia y más equidad, sino la sociedad en general avanzaría.
La pregunta lanzada en redes generó muchas más preguntas que respuestas. No muchos hombres notaron la importancia de hallar alternativas de convivencia y acercamiento entre hombres y mujeres en estas nuevas masculinidades. Se hizo evidente que redefinir el término “varón” da miedo, pues es una pérdida de identidad y otorga fragilidad a las directrices masculinas predominantes. Esto naturalmente lleva el trabajo de explorar, cuestionar y trascender lo aprendido, trabajo nada fácil para cualquier ser humano. Repito lo señalado en párrafos anteriores: no voy a ahondar en estas líneas sobre el tema ya que hay muchos libros especializados, pero es evidente que en nuestros tiempos la violencia contra las mujeres se viene recrudeciendo desde mucho antes de la cuarentena por el Covid-19, e indudablemente los efectos psicológicos de la cuarentena lo han agravado. Sin perder de vista que las plataformas de redes sociales no siempre son las más indicadas para realizar encuestas y diálogo, este sencillo ejercicio fue un benévolo sondeo. Sin duda debemos mirar hacia modelos alternativos que cambien los esquemas de poder en las relaciones y reestructurar los vínculos interpersonales. Nuestros tiempos exigen “nuevos modelos de igualdad y fraternidad entre humanos más allá de su género”, como lo escribió un hombre en su respuesta a la interrogante.
Este mundo veloz, cambiante, de múltiples formas terminó con las peluquerías clásicas pero abrió nuevas barberías corregidas y aumentadas. Los hombres de hoy pueden disfrutar que le laven el cabello antes de cortarlo, le den un masaje mientras disfruta de unas cervezas y lleva una conversación amena con la persona que lo atiende sin perder un gramo de masculinidad. Así como las nuevas barberías tienen decoraciones vintage, los hombres pueden tener esa libertad de cambiar paradigmas frente a lo que erróneamente se ha creído que el dejarse consentir o consentirse es sólo de mujeres; hablar abiertamente sobre las nuevas masculinidades abre nuevas pautas de comportamiento. Tal como una peluquería de hoy tiene nuevas herramientas y accesorios para mejorar el aspecto de sus clientes, un hombre actual que se enfrenta a sí mismo no tendría ninguna ofuscación o tabú para guisar para su familia o dejar que su pareja aporte dinero, o cuidar su relación u hogar de forma amorosa, o compartir sus sueños y amor sin necesidad de sentirse débil o “menos hombre”. La idea de nuevos modelos de relacionarnos no debe ser impuesta desde el exterior, debe surgir en lo profundo de la consciencia, los tiempos lo exigen. Los hombres deben cuestionarse cuán sincera es su decisión de modificar los elementos negativos de su masculinidad. Por su parte las mujeres también deben de redefinir lo femenino. El trabajo de ambos sexos será importante para reconstruir la sociedad. Se ha avanzado en los recientes años: más mujeres ingresan a las universidades y se desempeñan en puestos laborales, también es más común ver a varones jóvenes estar a cargo del cuidado de los hijos o que realicen tareas domésticas, pero falta aún mucho camino por recorrer hacia la igualdad. Nos llevará mucho tiempo, acaso décadas o siglos para reconstruir el pensamiento humano, sanar los errores y la violencia que habitamos. Hombres y mujeres tenemos que aprender a convivir, resignificar las relaciones y roles impuestos.
Mi padre terminó asistiendo a una estética unisex, se adaptó a sus tiempos. Recuerdo que creó amistades femeninas, compartiendo y aprendiendo de ellas. Evoco que a pesar de extrañar a su barbero favorito y a sus antiguos amigos, también se emocionaba de ver las ágiles manos femeninas de su estilista sobre su cabello. Aprendió a adaptarse muy rápido a pesar de ser un hombre del siglo pasado. Supongo que hoy estaría contento con las nuevas barberías y tal vez, ¿por qué no?, cuestionaría el machismo que lo rodeó buena parte de su vida y que también lo afectó. Ahora me toca acompañar a los varones de mi familia a ver como les hacen un buen corte de cabello mientras disfruto de su charla y tal vez de una fría cerveza.
Para quien esté interesado en profundizar más sobre el tema, dejo los siguientes libros y sitios para consultar:
- Francoise Héritier, Masculino/femenino II Disolver la jerarquía, Fondo de Cultura Económica, 2007.
- César R. Nureña, Una introducción a los estudios sobre masculinidades. Recorridos históricos y teóricos de la investigación social sobre los hombres, file:///C:/Users/Nova/Downloads/Nurena_MASCULINIDADES_Final_15Oct09_Rev20Feb15.pdf
- Gerda Lerner, La creación del patriarcado, Crítica, https://www.partidofarc.com.co/sites/default/files/Copia%20de%20Gerda%20Lerner%20-%20La%20creacio%CC%81n%20del%20patriarcado.pdf
- José Olavarría, “Los estudios sobre masculinidades en América Latina. Un punto de vista” en Anuario Social y Político de América Latina y el Caribe 6, Flacso /Unesco / Nueva Sociedad, Caracas, 2003, pp 91-98
http://www.pasa.cl/wp-content/uploads/2011/08/Los_Estudios_sobre_Masculinidades_en_America_Latina_Olavarria_Jose.pdf
- No nacemos machos. Cinco ensayos para repensar el ser hombre en el patriarcado, Ediciones La Social. Obra publicada bajo la Licencia de Producción de Pares
https://edicioneslasocial.files.wordpress.com/2017/03/masculinidades-web-bklt1.pdf
- Marcela Lagarde y de los Ríos, El derecho humano de las mujeres a una vida libre de violencia. El paradigma feminista: la violencia contra las mujeres y los derechos humanos https://catedraunescodh.unam.mx//catedra/CONACYT/16_DiplomadoMujeres/lecturas/modulo2/2_MarcelaLagarde_El_derecho_humano_de_las_mujeres_a_una_vida_libre_de_violencia.pdf
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