Daniel J. León Islas
Manos impacientes, dedos de silencio,
aguardan el último rayo de luz del atardecer,
imaginando variedad de aspiraciones corporales.
Labios contra labios, pliegues contra pliegues.
El enigma nocturno arroja sus caricias candentes,
busca la amalgama perfecta para fundirse
en una decantación de arrebato.
Trances eróticos, vicios desnudos.
El alba es la magia de la intimidad,
santuario de secretos imprevistos,
donde emerge la alquimia del encuentro.
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