Montesquieu
Usbek a su amigo Rustán, en Ispahán
Sólo nos detuvimos un día en Kum. Una vez hechas nuestras oraciones ante la sepultura de la virgen que dio al mundo doce profetas, nos pusimos de nuevo en camino; y ayer, a los veinticinco días de nuestra salida de Ispahán, llegamos a Tauris.
Rica y yo somos quizá los primeros persas a los que el ansia de saber ha impulsado a salir de su país y que han renunciado a las dulzuras de una vida tranquila para ir a buscar afanosamente la sabiduría.
Nacimos en un reino floreciente pero nunca creímos que sus límites tuvieran que ser los de nuestros conocimientos o que tan sólo la luz oriental debiera iluminarnos.
Infórmame de lo que se dice sobre nuestro viaje. No es necesario que me adules: de sobra sé que no cuento con la aprobación de muchos. Dirige tu carta a Erzerún donde me detendré algún tiempo.
Adiós, querido Rustán, ten la seguridad de que donde quiera que me encuentre, tienes un amigo fiel.
Tauris, 15 de la luna de Safar, 1711.
No Comments