Consultario
  • Ensayo
  • Museo
  • Narrativa
  • Opinión
  • Palimsesto
  • Poesía
  • Teatro
  • Directorio
  • Tendencias
  • e-consulta
unnamed
KAOS 0

“Algo” no anda… entre los sexos

· septiembre 18, 2020

Antonio Bello Quiroz

 

El goce fálico es el obstáculo por el cual el hombre no llega, diría yo, a gozar del cuerpo de la mujer, precisamente porque de lo que goza es del goce del órgano.

Jacques Lacan

 

Los días que corren son aciagos, sin rumbo y sin brújula para la vida amorosa. Algo no anda entre los sexos, dice la psicoanalista francesa Colette Soler.

Eso se puede escuchar en el consultorio de un psicoanalista; sin embargo, también se aprecia en la psicopatología de la vida cotidiana, según la expresión de Freud. Las quejas en torno a la disparidad amorosa se dibujan en el ámbito del Otro bajo el rostro de la violencia en la pareja, los celos, las infidelidades, por ejemplo.

Desde la segunda mitad del siglo XX somos testigos de una profunda y radical transformación en las formas de estar en familia y, desde luego, en las formas de formar y sostener la vida en pareja.

La pareja, como bien se sabe, es una construcción histórico-cultural que deviene en subjetividades centradas en particulares malestares.

¿De qué sufre la pareja contemporánea? ¿En dónde finca sus quejas? ¿Cuáles son sus malestares?

Fácilmente podemos dilucidar que no siempre ha existido la noción de pareja que tenemos, la historia de su constitución es larga. En las comunidades primitivas, por ejemplo, los sistemas de parentesco funcionaban independientemente de la pareja. Los grupos controlaban la repartición de las mujeres instituyendo el Tabú del Incesto y la Ley de Exogamia, según lo enseña el antropólogo Lévi Strauss.

En la Grecia Antigua, el matrimonio tiene como finalidades la reproducción, conservar el patrimonio y asegurar la inscripción de la nueva generación en el linaje parental. El amor y la pasión no formaban parte del contrato. Los hombres podían amar a otros hombres, un semejante, aquel sujeto posible de verdad. Los amados eran los maestros, hombres sabios. Más tarde, a partir de las invasiones germánicas y la conversión al cristianismo, el amor es desplazado al vínculo conyugal y de ahí a la obligación de vivir el amor sexual exclusivamente en el matrimonio; y llevando a la Iglesia como testigo y regulador de la vida en pareja, se establecen reglas que permitan el control de la vida sexual: la virginidad, la monogamia y la exclusión del placer.

Recién en el siglo XI, podemos hablar de la invención del amor como lo conocemos en Occidente, con el llamado “amor cortés”. Se trata de la relación amorosa de una mujer noble casada (la dama), y un hombre soltero de condición social inferior. El hombre asumía una actitud de humildad, paciencia y delicadeza respecto a la dama, colocándose en un rol de sirviente que veneraba y celebraba poéticamente a la amada. Si bien se situaba en los estratos altos de la sociedad, esta mutación influyó a la sociedad en su totalidad, perdurando hasta nuestros días. Un aspecto central de este discurso amoroso es que el matrimonio y el amor pasión se excluían mutuamente.

En el siglo XVIII y XIX se producen nuevos cambios. Nace el amor romántico. Un movimiento amoroso que surge de la literatura y se alimenta del Idealismo Alemán y en movimientos sociales como la Revolución Francesa, que enarbola los valores de libertad, igualdad y fraternidad. La pareja se concibe, novelescamente, como pareja.

El amor romántico se caracteriza por la incorporación de lo novelesco dentro de la vida cotidiana. Un supuesto central de esta forma de amor es que hay un sujeto carente de algo que puede ser entregado por el otro.

Con la difusión de los ideales del amor romántico se da al lazo matrimonial un lugar especial y diferente de otros. Ya no es sólo la sobrevivencia o la crianza de los hijos la tarea fundamental de una pareja. Se introduce un nuevo vínculo, el emocional, haciendo así del hogar un espacio de apoyo afectivo.

Vale destacar que en estas construcciones novelescas del amor ya hay diferencias en las posiciones del hombre y la mujer con respecto al modelo medieval que les precede: para los hombres, coexiste el amor romántico y el amor pasión: el primero, vivido en el matrimonio con la mujer “respetable”; y el segundo puertas afuera, con la amante o la prostituta. Para la mujer, por el contrario, ambas formas de amor se buscan en el mismo objeto. La mujer en el amor romántico tiene un rol activo, de búsqueda. No se queda esperando, como en las historias medievales. Cierto, ya hay diferencias pero aún no disparidades, aún hay un mito de amor que sostiene el vínculo.

A partir del siglo XIX, con el discurso de la ciencia como el regulador de la vida social, con las aportaciones que la revolución industrial trajo consigo, con los fenómenos de migración y con la paulatina incorporación de la mujer en la vida laboral, se producen cambios en la vida amorosa en tanto que la presencia de la mujer se hace visible. Al final del siglo XIX y principios del XX también su voz (y con ello su subjetividad) será incorporada al debate amoroso, el psicoanálisis le abre la puerta.

El psicoanálisis es el invento de una disciplina que tiene una muy peculiar característica: surge al hacerle un espacio a la escucha del sufrimiento de las mujeres, a las llamadas histéricas, a su singular sufrimiento sexual y amoroso.

Más aún, a partir de escuchar lo que el cuerpo de las histéricas hablan, Sigmund Freud inventa una teoría del amor.

Para Freud, y para el psicoanálisis, las complicaciones amorosas están dadas por el pasaje que cada sujeto realiza por el complejo de Edipo-castración. Freud avanzó con la idea de que, en un primer momento, la organización psíquica de la mujer y el hombre es la misma en ambos sexos, sólo más tarde se detuvo en analizar la profunda disimetría que existe entre la posición masculina y la femenina. Disimetría que, aunque pasa por la diferencia anatómica, va más allá de lo anatómico: es una cuestión de goces diferenciados.

La teoría de la castración fue, en principio, formulada en Freud a partir de un tipo de evidencia imaginaria que es del orden de la representación: no se ve lo que tienen las niñas. Entonces el razonamiento que sostiene el varón es: si hay seres humanos que no necesariamente tienen el pequeño apéndice que yo tengo, entonces puedo perderlo. Esto es, al momento en que se valora lo que hace diferencia se instaura la amenaza de perderlo.

¿Qué es lo que va a operar en este pasaje para la mujer, cómo transita por el Edipo- castración? Evidentemente no es por la amenaza, porque en ella en principio se impone la evidencia de que ese apéndice le falta. Es a partir de esta evidencia que en la niña se le impone una decisión: lo ha visto, no lo tiene y se convoca a buscarlo. Contrario a lo que se piensa, su papel no es nunca pasivo. Se pone en marcha a buscar lo que no tiene. El niño, en cambio, vive acobardado ante la amenaza de perder su bien amado.

Podemos apreciar que esta oposición construye una asimetría de la vida amorosa. Las posiciones se bifurcan, por un lado, desde lo masculino: se ama bajo amenaza y angustia. Por el otro lado, desde lo femenino, se reconoce lo que falta y se pone en marcha para conseguirlo, con la agravante de que para poder tenerlo es necesario el amor dirigido a quien lo tiene y se lo podría dar. También hay una amenaza, la amenaza de la pérdida del amor.

Pero si para Freud lo que hace diferencia entre los sexos pasa por el órgano, y ahí se sustenta la disimetría y las consecuentes complicaciones de la vida amorosa, para Jacques Lacan, no se trata de órgano alguno adecuado para organizar ninguno de los sexos. Tener o no tener no hace que la vida amorosa-sexual marche.

Unos angustiados por tener, otras atormentadas por no tener, así “eso” no marcha por ningún lado.

 

Share Tweet

admin

You Might Also Like

  • nave-de-los-locos-420x243 KAOS

    Las locuras y sus naves

  • KAOS

    Dalí, Freud, Lacan

  • el_poder_del_silencio-1030x687 KAOS

    El silencio y la potencia de la palabra

No Comments

Leave a reply Cancel reply

Recientes

  • secesionenmexico
    Las malditas ciencias sociales 0

    ¿Cuántos regionalismos caben en el nacionalismo?

    Cúmulo Obseso / Aarón B. López Feldman   ¿Quién recuerda cuando la nación hace memoria? Jesús Martín-Barbero   Cuando hablamos de nacionalismo y de regionalismo hablamos de la ...

    On noviembre 20, 2020 / By admin
  • AA
    CTS 0

    Andrés Audiffred: sátiras de un conflicto bélico

    Alejandro Hernández Daniel   La semana pasada, al escuchar al historiador y doctor Rafael Guevara Fefer durante su presentación “Sobre cómo hacer ciencia mexicana y no morir en ...

    On noviembre 20, 2020 / By admin
  • 2101
    UBÚ 0

    Medios de comunicación y golpismo político

    Ismael Ledesma Mateos   Todos los días cuando despierto consulto lo que me llaga de Google a mi teléfono y en verdad inicio el día asqueado, nauseabundo por ...

    On noviembre 20, 2020 / By admin
  • nave-de-los-locos-420x243
    KAOS 0

    Las locuras y sus naves

    Antonio Bello Quiroz                                                                  Hacia el otro mundo es adonde parte el loco en su loca barquilla; es del otro mundo de donde viene cuando desembarca. Michel ...

    On noviembre 20, 2020 / By admin
  • Rolando 5 (1)
    UBÚ 0

    Rolando García y los estudios sobre la ciencia

    Ismael Ledesma Mateos   Del 9 al 11 de noviembre, la Sociedad Mexicana de Historia de la Ciencia y de la Tecnología A.C. (SMHCT), junto con el Doctorado ...

    On noviembre 13, 2020 / By admin
  • Directorio

© 2013 Solo Pine Designs, Inc. All rights reserved.